Dos días en San Francisco: 2ª Parte

23 de noviembre de 2009

San Francisco es imposible de ser recorrida a pie tanto por sus colinas como por sus dimensiones, así que una de las opciones para visitar la ciudad son, sin duda alguna, los turísticos tranvías.
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Como buenos turistas nos dirigimos, caminando una vez más, hacia Union Square para coger uno de los tranvías más característicos.
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Los tranvías son realmente antiguos y cogerlos no resulta excesivamente caro, ya que existen pases de transporte por 11$ y que te sirven para todo el día.
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Nosotros como nuestra intención era alquilar un coche, cogimos un pase de un viaje por 5$.
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No podíamos irnos de esta ciudad sin coger aunque fuera un único tranvía.
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El trayecto, al principio, me desilusionó un poco ya que no teníamos sitio para ir colgados, pero al cabo de poco lo conseguimos e hicimos la mayor parte del recorrido tal y como manda la tradición:
colgados por las empinadísimas y onduladas calles de San Francisco.
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Nos resistíamos a bajar
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Una vez de vuelta nos fuimos a recoger nuestro coche para poder seguir la visita por la ciudad sin que nuestros pies se quejaran más.
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Este fue nuesto coche. No esta mal, no?? Eso sí era de cambios automáticos, para facilitar la salida en las empinadas cuestas.
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Y aunque la caminamos, la subimos, la bajamos… volvimos a bajar por la sinuosa Lombard Street una vez más, pero esta vez en coche.
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Esta es una de las calles más famosas y turísticas de la ciudad.
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Esta calle es diferente a todas las demás, de un único sentido, de bajada, está decorada con cientos de hortensias convirtiendo la calle en un precioso jardín multicolor.
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Pero lo más peculiar son sus curvas, que fueron diseñadas por los propios vecinos y que hoy en día lejos de ser una calle transitada por los lugareños ha quedado como símbolo de la ciudad, escenas de numerosas películas y para los turistas como nosotros que, cámara en mano la bajamos.
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Gracias al conductor que llevábamos, ni las cuestas ni la bajada en Lombard le supuso ningún problema.
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Thank you Mike.
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Y de allí nos dirigimos hacia el barrio de Alamo square.
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Una de las partes que más me gustaron de la ciudad.
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Desde la cima de una verde y cuidada colina se puede ver en primer plano las casas victorianas con sus colores pasteles sobre el fondo del skyline de la ciudad.
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Unas vistas realmente impresionantes (si sois tan urbanitas como nosotros) y además gratis.
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Si vais a San Francisco no dejéis de visitar este lugar, tumbaros sobre el césped y disfrutar de las vistas.
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De vuelta al coche vimos un pequeño mercadillo ambulante de productos naturales y nos paramos a recuperar un poco de fuerzas y a comer alguna cosa.
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Foto dedicada a Elías
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Otro punto para tener vistas de la ciudad es Twin Peaks, así que para allí nos fuimos.
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Una colina que aunque se puede subir en autobús y después caminando, es aconsejable hacer esta pequeña excursión en coche, como bien nos recomendaron.
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Para acceder a la colina hay una pequeña carretera de curvas, aunque no es muy larga.
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Desde lo alto se puede divisar toda la magnitud de la ciudad.
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Y también el Golden Gate
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Volvimos a coger el coche y esta vez Evelyne y su mapa (aunque ella los mire al revés) nos llevaron hasta el barrio de Castro.
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Castro es el barrio gay de Francisco, el más famoso y alegre, de reconocimiento internacional.
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En este barrio los edificios altos desparecen para dar paso de nuevo a preciosas y muy cuidadas casas victorianas.
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Por toda esta zona se pueden ver las bandeas con el arcoíris, dotando al barrio de su propia identidad.
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La homosexualidad se respira por todas partes.
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Una de las cosas que más nos extrañó, quizá sea por desconocimiento o por comparación a lo más cercano: Sitges o el gayxample de Barcelona, es la sensación de que el resto de la ciudad no participaba de este movimiento.
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También podria deberse a que era un domingo por la mañana y, como en cualquier ciudad, estos días siempre son más distendidos.
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Es como si existiera una concentración en Castro, pero no así por otros barrios. También es verdad que con una única visita no se puede juzgar, aunque sí dar nuestra primera percepción.
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Para lo último dejamos el Golden Gate, El Puente…
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El santo y seña de la ciudad y tantas veces fotografiado.
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El Golden Gate es el tópico, es lo turístico, no es que sea el puente más largo ni el más antiguo de la ciudad, pero sin duda es uno de los puentes más bonitos del mundo.
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Con una longitud de 1.280 metros, con 2 torres de 227 metros altura comparable a la de un edificio de 65 plantas, este conocido puente es la entrada a San Francisco.
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He de reconocer que al verlo sentí un poco de vértigo por sus dimensiones.
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El puente fue pintado con urgencia para evitar la rápida oxidación producida en el acero de su estructura por el océano Pacífico y finalmente y hasta nuestro días conservó este color rojizo tan característico.
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Tanto su estructura rojiza, como su entorno son dignos de ver.
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Nosotros lo cruzamos en coche hasta su orilla norte y subimos en busca de mayor altura para observar la grandeza de este puente.
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Estuvimos en varios de los miradores que existen al otro lado de la bahía
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Incluso se nos antojó comernos un bocadillo, de lo más variado, del tamaño del puente.
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Y lo más espectacular, al final.
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El puente iluminado por la noche, aunque hiciera frio valió la pena pasar un rato contemplándolo.
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1 comentarios:

PRESEN dijo...

Después de esa escursión habia que reponer fuerzas con ese bocata, para continuar la visita nocturna en ese puente tan espectacular.

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