12 de noviembre de 2009
Más o menos situados en el ecuador de nuestro paso por New York, la valoración de esta ciudad no puede ser más positiva. Ya estamos totalmente adaptados, aunque no nos ha resultado nada difícil, para dos urbanitas como nosotros.
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Cogemos el metro sin necesidad de mirar muchas veces el plano, tomamos algún café por la calle, salimos sin la Lonely, hacemos la laundry sin más problemas, compramos en el market leche, pan de molde y nuestro estimado puré de patatas (básicos en nuestra alimentación desde que llegamos)… vamos que aunque nos falta mucho, empezamos a actuar como auténticos newyorkers.
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Una muestra de nuestra adaptación es el hecho de ir en el metro sin necesidad de observarlo todo, puedes cerrar los ojos (como los lugareños) para dormitar un poco durante los largos trayectos del subway y despertarte justo en tu parada, en nuestro caso la 125 St.
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Por el hecho de tener rutinas, los vecinos empiezan a conocernos, ya son y somos caras conocidas. Aunque, a decir verdad, en esta ciudad la gente del barrio se saludan todos como en un auténtico pueblo.
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Esta és una de las cosas que más me han llamado la atención y me ha sorprendido gratamente, la gente lejos de la deshumanización que cabe esperar de las grandes urbes, por lo menos en la zona donde estamos, es muy cortés y siempre tienen tiempo para dedicarte una sonrisa y unos buenos días.
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En el mes y medio que llevamos en la Big City, la ciudad no ha dejado de sorprendernos y lo más importante es que no tenemos prisa por verlo todo.
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Por poner un ejemplo, aún no hemos ido a ver (aunque lo hemos intentado) la Estatua de la Libertad, por la que todos nos preguntan. Es mucho mejor perderse por las calles de la ciudad sin un rumbo determinado y dejarte ensimismar por los diferentes rincones de la ciudad. Aunque prometo no irme de la ciudad sin verla.
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Seguramente no lo veremos todo, y a nuestra vuelta nos pregunten, pero que habéis visto?, a pesar de eso, la experiencia de vivir esta ciudad va más allá de los numerosos rascacielos, hamburguesas, museos, vistas, parques, pizzas… es una ciudad viva que merece ser degustada con los cinco sentidos y eso es lo que intentamos hacer.
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Desde que aterrizas. ya en el aeropuerto, te das cuenta que en esta ciudad todo va a ser grande, grande, muy grande pero lo más grande es y esta siendo, sin duda, esta experiencia.
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Y para celebrar nuestro paso por el ecuador nos vamos a tomar unas “vacaciones” y nos vamos a la costa oeste, en busca de más emocion.
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Y qué mejor que irse a Las Vegas y San Francisco?
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Seguiremos a la vuelta.
1 comentarios:
Buena manera de celebrarlo!!! Creo q muy gratificante! Yo también quiero celebraciones así!!!
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